Arquitectura tradicional de Cartagena, de 400 años. |
Arquitectura tradicional zona cafetera. |
En razón del auge de lo local como resistencia al proceso de
globalización, vivimos un “auge” también de
los materiales “primeros”, materiales sin pompa ni lujo y un auge en
fin, de lo vernáculo y lacónico, de lenguajes coloquiales propios de
arquitecturas del lugar y la región, así como el latín lo era del clásico. (Las
obras del Star System, emplean más bien la
gestualidad y el argot…)
Nos recuerda esto,
algo el regionalismo crítico de K. Frampton, cercano a invariantes
tipológicas y a lo pre-moderno.
Lo vernáculo hace parte de las arquitecturas propias de las
tradiciones, artesanales, conservadoras y es producto de un proceso de mímesis
o imitación de la naturaleza y de tipos de la memoria colectiva. “…En breve el
arte también completa el proceso que la naturaleza no hace del todo o imita a
la naturaleza”. (Aristóteles, Física.)
Se basan ellas, como en lo clásico, en la autoridad; en este
caso autoridad de tradiciones colectivas, de lo comprobado como bueno, de la experiencia y del hábito,
de lo apropiado para un lugar.
En lo clásico la
autoridad se basa en lo prescrito como bueno en teorías, normas y preceptos,
pero cuyo carácter trasciende lo local y el lugar aspirando a ser de validez
universal.
Las tradiciones vernáculas en arquitectura emplean un “tono
menor”, muy apropiado para la vivienda, así como las tradiciones clásicas
emplean un “tono mayor” más propio del monumento. Lo vernacular y lo clásico se
entendían hace años como “bajo arte” y “gran arte”, baja y alta mímesis.
Vernacular se deriva de conceptos socio-económicos: verna =
esclavo, era algo así como, “persona
habitando la casa de su amo”. Esto derivó en local, indígena, forma baja…
Vernacular también denota prácticas anteriores o ignoradas
por lo clásico. Prácticas luego
reconocidas por lo clásico y colocadas en un nivel inferior de la
jerarquía artística. Se inicia su estudio en serio después del siglo viii, como
formas con significado propio.
El estudio de Eric Auerbach sobre Mímesis de 1946, es un
buen ejemplo de ambas tradiciones miméticas.
La ilustración con su idea de retorno al origen se refirió
mucho a lo clásico y a las fuentes de la arquitectura como lenguaje universal
obedeciendo a necesidades de leyes naturales.
La noción de
clasicismo vernacular, es una destilación de la doctrina clásica que intenta
“re-vernaculizar” el clasicismo y así apoyar un mito de los orígenes, como el
intento de Laugier con su cabaña primitiva, de recrear los orígenes del
clásico. (En el trabajo de Laugier de 1753, se presentaban las reglas
arquitectónicas como autoevidentes).
Lo real es que se dio más fácil una
“filtración negativa” del clásico hacia lo vernáculo. Las buenas arquitecturas
vernáculas han producido “filtraciones positivas” hacia la clásica y hacia la
modernidad.
En el primer caso, tenemos el concepto de muchos
historiadores sobre el origen del templo dórico en arquitecturas pre-clásicas
de madera, pasando luego al mármol y, más reciente el caso de la arquitectura
japonesa a la cual debe mucho la modernidad y/o el caso de arquitecturas
vernáculas de la cuenca mediterránea, fuente de inspiración en todas las épocas
para arquitecturas “cultas”.
Las arquitecturas vernáculas han privilegiado la Firmitas y
utilitas Vitrubiana, con poca o pintoresca Venustas, mientras la tradición clásica privilegió la venustas y
la firmitas con poca o nula Utilitas.
Como sea, hoy muchos vuelven a mirar hacia arquitecturas del
lugar, de la región, vernaculares buscando respuestas la globalización homogeneizante y los saberes
bioclimáticos y sustentables de las tradiciones popular y artesanal. Desde
siempre esas arquitecturas han sido bioclimáticas y han apuntado a lo
sustentable.
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