domingo, 4 de octubre de 2020

Dialectos en Arquitectura.



Arquitectura tradicional de Cartagena, de 400 años.
Arquitectura tradicional zona cafetera.















En razón del auge de lo local como resistencia al proceso de globalización, vivimos un  “auge”  también de  los materiales “primeros”, materiales sin pompa ni lujo y un auge en fin, de lo vernáculo y lacónico, de lenguajes coloquiales propios de arquitecturas del lugar y la región, así como el latín lo era del clásico. (Las obras del Star System, emplean más  bien la gestualidad y el argot…)
Nos recuerda esto,  algo el regionalismo crítico de K. Frampton, cercano a invariantes tipológicas y a lo pre-moderno.
Lo vernáculo hace parte de las arquitecturas propias de las tradiciones, artesanales, conservadoras y es producto de un proceso de mímesis o imitación de la naturaleza y de tipos de la memoria colectiva. “…En breve el arte también completa el proceso que la naturaleza no hace del todo o imita a la naturaleza”. (Aristóteles, Física.)
 Se basan ellas,  como en lo clásico, en la autoridad; en este caso autoridad de tradiciones colectivas, de lo comprobado  como bueno, de la experiencia y del hábito, de lo apropiado para un lugar.
 En lo clásico la autoridad se basa en lo prescrito como bueno en teorías, normas y preceptos, pero cuyo carácter trasciende lo local y el lugar aspirando a ser de validez universal.
Las tradiciones vernáculas en arquitectura emplean un “tono menor”, muy apropiado para la vivienda, así como las tradiciones clásicas emplean un “tono mayor” más propio del monumento. Lo vernacular y lo clásico se entendían hace años como “bajo arte” y “gran arte”, baja y alta mímesis.
Vernacular se deriva de conceptos socio-económicos: verna = esclavo,  era algo así como, “persona habitando la casa de su amo”. Esto derivó en local, indígena, forma baja…
Vernacular también denota prácticas anteriores o ignoradas por lo clásico. Prácticas luego  reconocidas por lo clásico y colocadas en un nivel inferior de la jerarquía artística. Se inicia su estudio en serio después del siglo viii, como formas con significado propio.
El estudio de Eric Auerbach sobre Mímesis de 1946, es un buen ejemplo de ambas tradiciones miméticas.
La ilustración con su idea de retorno al origen se refirió mucho a lo clásico y a las fuentes de la arquitectura como lenguaje universal obedeciendo a necesidades de leyes naturales.

 La noción de clasicismo vernacular, es una destilación de la doctrina clásica que intenta “re-vernaculizar” el clasicismo y así apoyar un mito de los orígenes, como el intento de Laugier con su cabaña primitiva, de recrear los orígenes del clásico. (En el trabajo de Laugier de 1753, se presentaban las reglas arquitectónicas como autoevidentes).

Lo real es que se dio más fácil una “filtración negativa” del clásico hacia lo vernáculo. Las buenas arquitecturas vernáculas han producido “filtraciones positivas” hacia la clásica y hacia la modernidad.
En el primer caso, tenemos el concepto de muchos historiadores sobre el origen del templo dórico en arquitecturas pre-clásicas de madera, pasando luego al mármol y, más reciente el caso de la arquitectura japonesa a la cual debe mucho la modernidad y/o el caso de arquitecturas vernáculas de la cuenca mediterránea, fuente de inspiración en todas las épocas para arquitecturas “cultas”.

Las arquitecturas vernáculas han privilegiado la Firmitas y utilitas Vitrubiana, con poca o pintoresca Venustas, mientras  la tradición clásica privilegió la venustas y la firmitas con poca o nula Utilitas.


Como sea, hoy muchos vuelven a mirar hacia arquitecturas del lugar, de la región, vernaculares buscando respuestas  la globalización homogeneizante y los saberes bioclimáticos y sustentables de las tradiciones popular y artesanal. Desde siempre esas arquitecturas han sido bioclimáticas y han apuntado a lo sustentable.

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