domingo, 4 de octubre de 2020

Arquitectura o revolución!











Tal era la disyuntiva, según Le Corbusier, quien intentaba interesar a jefes de estado, por obras que en su momento eran estratégicas y/o de alta prioridad: Vivienda, Equipamientos, Movilidad, Reconstrucción de Ciudades... en la primera posguerra europea.


Sin embargo esto de poco sirvió y, quedó como una frase, un tanto como un "slogan" publicitario. Sirvió de pronto para entender que la arquitectura no puede ser la disyuntiva para fenómenos con origen social, cultural o político.

Pensar que con equipamientos , espacios públicos o mejores sistemas de transporte, evitamos los problemas sociales la violencia e inseguridad urbanas, o los fenómenos de delincuencia ciudadana es ingenuo u oculta otras intenciones.
Puede tratarse de utilizar el argumento para justificar cuantiosos gastos y contrataciones.
También puede tratarse de una especie de conductismo mal entendido, suponiendo que la arquitectura puede condicionar o inducir a las personas a comportarse de una determinada manera.

De pronto la disyuntiva podría ser: Arquitectura o acción social y cultural y, en todo caso, para problemas como los mencionados está clara la respuesta.
Lo que no debemos olvidar sobre todo como arquitectos, es que nuestra disciplina, si bien resuelve problemas del habitat, sirve para dar significado y para validar poderes políticos o económicos... nunca ha tenido la capacidad de incidir mucho en sus habitantes, ya que su percepción normal es distraida y, sólo en casos de verdaderos "monumentos"  o de obras con cualidades extraordinarias logra conmover y atrapar nuestra atención.
En cuanto al espacio público, cada vez más un espacio vigilado y controlado, en los casos de mala concepción son incapaces de convocar o de significar algo para quienes los visitan; así como existe parte de la población incapaz de entender o apreciar lo que la arquitectura propone o significa.
Damos por cierto sin embargo que el concepto de "Consumo colectivo", propiciado por el estado, logra a través de la arquitectura, redistribuir un tanto el bienestar y es un instrumento político interesante, para que la población sienta una proximidad y atención del estado.

Todo lo anterior para tratar de dilucidar el sentido que tiene "rescatar" una ciudad como Medellín, que ha sufrido por décadas delincuencia,violencia,y ha tenido su población amenazada y en permanente sobresalto. La verdad es que los resultados se resumen en una serie de obras de calidad variable con al menos dos obras sobresalientes, sin que los fenómenos de delincuencia y violencia menguaran.
Es probable que tal experiencia sirva para llevar a cabo un diagnóstico preciso e intentar enfrentar esos problemas con enfoque e instrumentos diferentes.

Los fenómenos y hechos urbanos han mostrado que los espacios y equipamientos públicos, en el mejor de los casos son sólo escenarios neutros, en los cuales puede brotar el amor, o incubarse el crimen. La gente que les activa y produce en ellos eventos, es autónoma de tales espacios y de la arquitectura que les delimita... y viceversa.

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