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La crítica basada en lo ambiental a urbanismo y arquitectura, tiene larga trayectoria y se consolidó y aumentó cuando se inician las críticas a la ortodoxia moderna, desde la post guerra de la segunda guerra mundial.
Ernesto Rogers en la revista Casabella, con su enfoque a favor del respeto por las  pre- existencias en toda intervención, que luego amplió a pre- existencias ambientales y, con su actitud profesional, intelectual y ética, se aproximó a lo que luego se llamará “condición posmoderna”. Defendió diferencias y mixturas y el olvido del concepto de progreso continuado y de la homogeneidad urbana, defendió el olvido del dogmatismo moderno y propició acoger lo popular y las tradiciones locales. En síntesis defendió hacer compatibles modernidad e historia.
Además de la crítica del: Los Smithson, J.Bakema, A. Van Eyck y, la de Venturi con D. Scott Brown, tenemos la realizada por  Jane Jacobs quien en su libro  consolida la crítica al urbanismo moderno: Da prioridad a la planeación sectorial (O, planes parciales), a la preservación de la memoria y al patrimonio arquitectónico y del paisaje. (No a la “Tabula rasa”), prioridad a los peatones, a los espacios públicos, mayor diversidad y mezcla de usos… A Leo y Rob Krier, debemos la crítica a la ciudad y arquitectura modernas, sustentada entre otras en la crisis energética, la dependencia en los combustibles fósiles y la propuesta para retornar a la ciudad pre-moderna, y a los procesos constructivos artesanales. Maurice Culot, les apoyó con sus planteamientos teóricos.  
Además de la crítica del
La crítica más eficaz a la modernidad arquitectónica y a la ciudad moderna fue tal vez la que se basó en la crisis energética (Los Krier) y que atacaba la idea moderna de progreso y/o de desarrollo ilimitado.
Para muchos, la modernidad en sí, no es sostenible y, ante la coyuntura del llamado cambio climático, abogan por otras opciones y sostienen que ciencia y tecnología no pueden resolver todos los problemas que requieren atención en el planeta, desde lo energético, hasta como alimentar la población creciente.
Para muchos se trata de retomar tecnologías y planteamientos arquitectónicos y urbanísticos pre-modernos. El regreso a la ciudad y la arquitectura tradicionales, era el enfoque de algunos de los llamados posmodernos, o al menos de la línea conservadora, neo clasicista. ¿Regresar al pasado? Debe admitirse que es una opción, pero no imagino a la “civilización globalizada y consumista” regresando a prácticas y niveles de vida comparables a los de los siglos xvii y xviii
Si la humanidad logra superar su total dependencia de los combustibles fósiles, podrían existir otras alternativas.
La mayoría de ciudades ya olvidaron hace rato la idea de progreso ligada al crecimiento ilimite e intentan concentrarse, densificarse y cualificarse, en vez de demoler y /o ocupar cada vez mayor territorio. La suburbanización progresa a pesar de todo: A pesar de propuestas como las de “seaside” o, las de ciudades densas y compactas.
¿Son posibles las ciudades sostenibles, o son un mito, una utopía?
Masdar, la ciudad que planteó Norman Foster, no lo es del todo. Busca eficiencia energética no tala de árboles y de cierto modo retoma elementos de la tradición urbana árabe. Además se fundó Masdar Institute, universidad dedicada al desarrollo de energías sostenibles.
Incorporar visiones medio ambientales y económicas (¿Urbanismo ecológico?, Landscape Urbanism?), sería un ya un avance. En este sentido fueron invaluables las contribuciones a la disciplina de Aldo Rossi y Colin Rowe, con su ciudad análoga y collage. Algunos abogan por la idea de “paisajes de infraestructuras”, y por los valores naturales, geológicos, biológicos y culturales de los paisajes, por recuperar la tradición cívica del diseño urbano: Nolli Cerdá, Olmsted, Siza, Oma, con sus técnicas de ensamblaje e incorporando la importancia del vacío, las diversas escalas y sin olvidar integrar nuevos valores.
La antigua dicotomía, usual cuando se tratan estos temas, Arquitectura vs. Naturaleza,  en ocasiones ha sido un diálogo y, en otras la vía para los retornos, el historicismo, la tradición, posición habitual en los círculos conservadores latinoamericanos.
Pero bueno, volviendo a lo sustentable y a la crítica de los Krier a lo moderno consumista, basado en  altos niveles de uso de combustibles fósiles…debemos preguntarnos ¿Es la solución volver a la ciudad y arquitectura premodernas, como suponen? ¿O, será que existen opciones sin tener que regresar al pasado? 
El planeta sometido al despilfarro no se salvará con unas cuantas ciudades “tradicionales”, ni con las arquitecturas “historicistas”. La relación hombre naturaleza, siempre supone consumo, desgaste… pero también renovación, nueva vida. La salida al consumismo además de la opción de abstenerse al uso excesivo de recursos está también en nuevas y mejores producciones, en mejores métodos para lograr que la vida en el planeta no favorezca sólo a grupos privilegiados de seres humanos, sino a mayor número de ellos, sin dejar de lado favorecer las demás especies vivas y cuidar los recursos del planeta.
 
 
 
 
 
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