Le Corbusier |
La arquitectura rara vez admite las poses de artista, ni
confundir un proyecto con arte.
Ni las palabras ni los dibujos bastan para explicar la
experiencia del espacio arquitectónico.
El espacio mismo cuenta su historia cuando es iluminado.
“Arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la
luz” dijo Le Corbusier. (Hacía una arquitectura, apóstrofe, Madrid, 2006,
p.176.)
Un buen arquitecto se cuidará mucho de llamar arte su
trabajo…Otra cosa es que tal trabajo tenga y deba tener carácter y calidad.
¿Debe el arquitecto procesar la información como un artista?
Más allá de la expresión a través del collage, el ensamble o el montaje está la
experiencia concreta del espacio arquitectónico...Algunos procesos nos unen a
los artistas: Ellos buscan también el confort visual, comprenden el poder de
transformación de los detalles y, que aún lo más pequeño altera y cambia una
experiencia espacial.
La arquitectura articula espacio y tiempo y lo físico y
natural, con lo humano y cultural.
La arquitectura moderna, priorizó la esencia, la forma, el
concepto…antes que la materia y los sentidos. Ella aspiraba a la blancura, a lo
inmaterial, lo transparente y liviano. Según Marx, en lo moderno, todo lo
sólido se desvanece en el aire. Lo moderno gustaba de la forma y el volumen, de
la geometría, de lo reductivo… que acalla lo material.
¿Tiempo presente eterno y perfecto?
Otro de sus valores fue sin duda la novedad. Tenemos así la
realidad física de la esencia y la producción material y, la realidad de la
imagen y de la expresión.
El viraje hacia la materialidad y la sensibilidad táctil,
hacia el sentido de la duración natural de las cosas, desde lo visual
geométrico, es una re-orientación de lo moderno, más que una superación de
ello. La búsqueda de lo material, la superación de lo sólo visual es también la búsqueda de una arquitectura
específica, que no se confunde con arte, aunque comparta con el prácticas y
valores.
Bueno es recordar, que la oposición entre lo “inmaterial” o
lo espacial con lo corpóreo o lo material, empezó a ser pensada y aplicada
desde las propuestas de Albert. E.
Brinckmann (Platz und monument, Berlin, 1908 y, Baukunst des 17 und 18
Jahrhunders in der romanischen lânders, Berlin, 1915, págs. 1-2 y 20 (1919).
Brinckmann define arquitectura como una unidad de espacio y
volumen, con el espacio como lo principal: “La arquitectura crea espacios y
volúmenes corpóreos. El espacio en contraste con la masa plástica está limitado
allí donde toca el volumen plástico”…La coalición espacio volumen de que habla
Brinckmann, se aprecia en obras del barroco y rococó, en obras modernas y es
analizada en el texto Espacio, Tiempo, Arquitectura de Siegfried Giedion, con
la interpenetración entre espacio y volúmenes.
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