De nuevo la “Autonomía”.-
Sustentabilidad. |
¿Arquitectura como Ciencia?, ¿Relativa autonomía disciplinar para ella?, O “autonomía” de la forma arquitectónica.
Retomo este tema, al reconocer que todavía hoy vivimos una especie de “todo vale” y un juego sin sentido e insustancial en arquitectura. No estoy haciendo llamados al orden, ni haciendo oposición a la libertad de enfoque y de creación, que en arquitectura son indispensables, pero abogo por una actitud más realista y por no olvidar el carácter de la arquitectura como poética de la construcción. Invito a recordar que el arquitecto es el constructor maestro: El ARCHITEKTON.
Defiendo también, la materialidad de la arquitectura, enmarcada en la coherencia materia/forma…Recordemos una cita de Heidegger, tomada de su texto “On the Origin of the work of Art”. Poetry, Vanguard, Thought: “ Aquello que da a las cosas su permanencia y sustantividad y que al mismo tiempo es la causa de la forma con que nos apremian sensiblemente, lo coloreado, sonoro, duro, macizo, es lo material de la cosa. En esta determinación de la cosa como materia, ya está puesta al mismo tiempo, la forma. La cosa es una materia formada.”
Pero bien, volvamos a la “autonomía”: En el libro arquitectura de la Ciudad, Aldo Rossi plantea una “ciencia urbana”, o urbanística y la elaboración de un principio general de la arquitectura. La arquitectura como una ciencia basada en el estudio de lo real. Le Corbusier recoge toda la enseñanza de la escuela francesa entorno a lo real y, comparte también la idea de la casa como ese elemento persistente, que toma mucho tiempo para modificarse y contiene constantes tipológicas. La casa es la que mejor caracteriza las costumbres, usos y gustos de la población, admite L.C.
¿Son las casas utensilios forjados por el trabajo, según necesidad, dentro de una tradición?
Tanto en ciencia como en arte, los medios de acción se elaboran de forma colectiva y la tradición los trasmite…tanto ciencia como arte son fenómenos colectivos, pero en ellos hay campo para el accionar del individuo. En los extremos de querer la arquitectura como ciencia o arte, están Buckminster Fuller y Frank Gehry.
Lo urbano siempre es colectivo y la arquitectura que hace a la ciudad da mayores oportunidades al individuo.
Es de interés para esta inquietud recordar la pregunta de Max Sorre: ¿De que manera el ambiente influye en el individuo y la colectividad?, Pero también la contraria, ¿De que manera el hombre cambia el ambiente?
Aunque al respecto no hay nada concluyente, muchos aceptan que en algo incide el entorno construido en la manera de vivir y de comportarnos y no existe duda sobre nuestra capacidad de alterar para bien o para mal el ambiente natural o artificial.
Basándonos en la teoría, ¿Es todavía posible establecer un corpus autónomo, científico, que refunde la actividad arquitectónica, como proponía Rossi?
Si se lograra esto, se ordenaría la acumulación de experiencias, el estudio de los problemas y la enseñanza.
El estudio urbanístico como arquitectura, sería la interpretación correcta de la ciudad como construcción en el terreno. Existirá así, la arquitectura con un determinado valor autónomo que trasciende la autonomía formal y, que apuntaría más a hechos constitutivos, más permanentes y, a la cualidad de la producción arquitectónica, equiparable a la cualidad del resto de objetos, utensilios y enseres del entorno artificial que habitamos.
Rossi acierta al buscar fundamentar una “ciencia urbana” en la dimensión arquitectónica de la ciudad (¿Y, artística?)
La ideología de Rossi, falsea empero la realidad por su tendenciosidad e intereses de clase.
Rescato en él su búsqueda y defensa de una racionalidad que intenta construir basándose en hechos e hipótesis precisas, verificables.
Pero bien, una “ciencia urbana” o urbanística requerirá un fuerte desarrollo teórico y un método, planeación, análisis y proyecto urbano…
Esta sobre entendido que por ciudad comprendemos un todo: Lo físico y lo social.
La arquitectura en este contexto se entiende como una “disciplina” con una deseable autonomía. Arquitectura con una determinada racionalidad…
Rossi enfatizó por supuesto en la dupla “Morfología” del tejido urbano y “tipologías” arquitectónicas, criticando al tiempo a un “funcionalismo” ingenuo, sin llegar a proclamar la autonomía total de la forma.
Por otra parte Paul Frankl, principal gestor de los análisis morfológicos y morfólogo del espacio, afirmaba que la forma arquitectónica era autónoma.
En su texto Gothic Architecture, Hardmonsworth, Pengûin books, 1962, pág. 266, dice: “La arquitectura es autónoma. El desarrollo del estilo gótico a partir de la nervadura es un hecho histórico y su proceso puede ser comprendido, paso a paso, sin el conocimiento del escolasticismo o de la poesía. Más todavía, el factor común en toda la civilización del período gótico, puede ser comprendido a partir de su arquitectura”.
Frankl pensaba la arquitectura como un arte y a este, fundado en un contexto autónomo de valores. Creía que la arquitectura puede comprenderse totalmente estudiando la realidad constructiva de sus espacios. En el caso del gótico, sus maestros eran artesanos que desarrollaban sus técnicas en grupo y a partir de una tradición constructiva, social y arquitectónica.
Hace un tiempo tratando el tema, veíamos en este Blog, que los estudios “etnográficos” y el concepto de tectónica, como arte de unir o ensamblar cosas, daban gran fuerza a unos orígenes sólidos para la arquitectura y, a su carácter de poética de la construcción, de tekne, incorporando arte y técnica.
La ciudad como producto es fruto del urbanismo y en gran medida de acciones no totalmente reglamentadas. Según Kenneth Frampton, (Reflections on the Autonomy of Architecture: A critique of contemporary productions, Diane Ghirardo (ed.), A social out of site criticism of Architecture, Seattle, Bay press, 1991, pp. 17.26.), “Sólo el 20% de la producción total en la esfera de la construcción (Aún en sociedades desarrolladas) está sujeto al asesoramiento profesional…De modo que la mayor parte del ambiente hecho por el hombre escapa a nuestra intervención creativa…”
Ya lo decía Frampton en el texto citado supra, “…se puede afirmar que la arquitectura es, en realidad el menos autónomo de los hechos culturales…”
Frampton encontraba en Semper los orígenes antropológicos y etnográficos de la arquitectura y un buen modelo para “una autonomía relativa” de la disciplina de la arquitectura hoy. Semper se basa en la materialidad de la arquitectura…y su espacialidad.
El ensayo de Semper “Los cuatro elementos de la Arquitectura”, ¡de 1852!, plantea que arquitectura está compuesta por: Terraplén, hogar, armazón / techo, tabiques, y tales elementos rompen según él, con la triada vitruviana clásica. Al respecto, Frampton los reinterpreta como: Topografía, tectónica y tipo…
La teoría tectónica de Semper, se enraíza en la ciencia de la etnografía.
Para él la arquitectura es un arte cósmico, afín a la danza y a la música, arte ontológico evocador de la naturaleza en acción…Las artes cósmicas encarnan el instinto erótico-lúdico del hombre y su impulso hacia la decoración, según una ley rítmica.
Aquí se evidencia una afinidad distinta a la canónica, con las artes plásticas, como escultura y pintura.
¿Autonomía disciplinar o autonomía de la forma arquitectónica? De pronto es más factible
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