“El
paisaje es síntesis de lo real y lo subjetivo…Es un producto cultural,
individual, social e histórico…y en constante transformación”
César Augusto Naselli.
Santa Rosa de Osos. |
Paisaje
es la experiencia del entorno a través de los sentidos. Se destaca en él su
percepción, en cuanto a sus cualidades visuales y espaciales. Está conformado
por entidades naturales, acciones
antrópicas sobre ellas y artefactos.
También es paisaje su representación gráfica. La mirada hace el paisaje, dice
por su parte Beatriz Sarlo.
Paisaje
es lo visible, lo que abarca el ojo humano. Su dimensión es la percepción en
tanto él se cualifica mediante un proceso selectivo de lo que se ve (Puede
percibirse de tantos modos cuantos espectadores existan). Es lo físico…y el
conjunto de formas que en un determinado momento expresan las relaciones
sucesivas entre los seres humanos como grupo social, con la naturaleza.
Tenemos
una especie de inquietud vital por relacionarnos con el paisaje y, con él
mantenemos una relación óptica, corporal, de memoria e identidad. No debe haber
candidez en ella, no debe existir por emoción o romanticismo una relación que
ignore por ejemplo, la modificación frecuente y en ocasiones masiva del paisaje
natural y la predominancia de un paisaje hecho por nosotros, “humanizado”, o la
mezcla entre este y el “natural”.
Ese
paisaje humanizado, o cultural, modifica orografía, vegetación agua y suelos
según su funcionalidad con formas de vida, creencias cultura y economía. Él es
creado intencionalmente: Jardines, parques y paisajes evolucionados y adecuados
con intenciones económicas, administrativas, religiosas.
Hacemos
este paisaje, como hacemos la ciudad,
sus monumentos, los hitos urbanos; ellos, y los paisajes “protegidos” tienen un
gran papel en la construcción colectiva de identidad.
La
relación ciudad-paisaje, asentamiento- paisaje, es una de las reflexiones clave en nuestra
inquietud por este tema, ya que en buena medida la ciudad hace el suyo propio y
el que le circunda y, desde este último con visión no tan cercana, ella misma
resulta ser paisaje o parte de él.
A
escala geográfica ambos hoy son paisaje construido por una cultura, al menos de
modo temporal, ya que la capacidad de regeneración de la naturaleza, con el
tiempo retoma su forma luego de cesar la
acción humana. Por esto son necesarios la gestión y el mantenimiento permanente
de ciudad y paisaje…Para que no retornen a ser naturaleza.
La
especificidad cultural es la que hace distintos a paisaje y ciudad en el
territorio, les torna lugares, con nombres propios y reconocibles de otros. La calidad del entorno dice Amos Rapoport, es
“El conjunto de propiedades simbólicas, perceptivas, cognoscitivas, así como de
otras características similares que un grupo humano dado considera deseable”.
El
paisaje es expresión del territorio y de la relación cultura / naturaleza. El
humanizado, como vimos, se hace a partir
de los asentamientos humanos en el territorio. Entre mayor fuerza y tamaño
tengan estos, mayor entorno humanizarán. Desde los asentamientos humanos se
activa y consolida también la política para su manejo, gestión, mantenimiento y
sustentabilidad.
El paisaje es: “imagen o interpretación que
tiene un observador de un territorio que lo rodea, extenso, no puntual, pero dentro
de límites que van de lo pequeño a lo grande…” “…resultando una dialéctica
entre imagen y realidad, que además es permanentemente cambiante”. José
Guillermo Torres Arroyo.
Como la acción humana sobre la naturaleza no
cesa, todo paisaje es un fragmento territorial, y espacio temporal dinámico.
Por esto son tan difíciles los criterios sobre patrimonio del llamado paisaje
cultural “protegido”. Tales criterios tienen que ser flexibles.
Paisaje
cultural entonces, es la manifestación formal y espacial de la actividad humana
sobre un territorio específico, visible, perceptible. Es el resultado de la
cultura como agente de cambio del medio natural, “La cultura es el agente y el
medio es lo natural”, según Carl Sauer, 1925. Un mismo medio dará origen a diversos paisajes y es bueno recordar
que la cultura cambia más rápido que el medio que soporta ambos.
Según
la Carta Iberoamericana del Paisaje (Paisajes Culturales, II Encuentro de
Cartagena, Noviembre/ 2012), “Paisaje cultural es el resultado de la
interacción del ser humano sobre el medio natural, las huellas de sus acciones
en un territorio cuya expresión es percibida y valorada por sus cualidades
específicas y, por ser soporte de la memoria e identidad de una comunidad.” Y a
continuación dice: “todo territorio que cuenta con cualidades estéticas e
históricas debe ser considerado como paisaje cultural y no tan solo como sitios
que requieren de atención por su vulnerabilidad”.
La
convención sobre la protección del patrimonio mundial cultural y natural de la
Unesco, reunido en Paris en 1972, dijo sobre este paisaje: “Es cualquier parte
del territorio tal cual es percibible por las poblaciones, cuyo carácter
resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interacciones.”
Este
paisaje con su dimensión espacio temporal y su dinámica, hace que su relación
con los asentamientos sea clave para entender la identidad cultural y ayudar a
consolidar el medio ambiente, fundamental para la sostenibilidad urbana.
La
percepción del paisaje incorpora todas las sensaciones visuales y a veces
olfativas y táctiles obtenidas de su estudio: colores, texturas, líneas
estructurantes, geometrías que incluyen la disposición de los planos visuales.
Al percibir los paisajes, estudiamos nuestra relación con el entorno y le damos
a él significado. Dicha percepción, social e individual depende de la
experiencia perceptual individual dentro de un proceso que abarca observador y
lo observado, hombre y medio aquí forman una unidad perceptiva. (Ittelson,
1978). En este enfoque el paisaje surge como experiencia cognitiva y se
entiende como creación propia de nuestra experiencia. (Algunos recomiendan el
uso de elementos figura-fondo y de
conceptos de pregnancia, siguiendo principios de la Gestalt), para crear
unidades significativas del paisaje.
Para
percibir el paisaje se requiere alejamiento: una visión en reposo, o en
movimiento capaz de abarcar una porción significativa del entorno físico…La
percepción varía por supuesto, con fenómenos como la luz natural mayor o
menor, el microclima y el lugar. Un
ejemplo de esto es la característica del paisaje andino a más de 1.800 m.s.n.m. En tal situación, la
baja densidad atmosférica permite visualizar a mayores distancias con nitidez
las entidades del paisaje y da un valor agregado a paisajes como los de Santa
Rosa de Osos, San Pedro de los Milagros, San José de la Montaña, Don Matías,
Entreríos, Belmira, Carolina del príncipe, Gómez Plata, Yarumal, Angostura e
Ituango en el altiplano del norte, en
Antioquia, dedicado a pastos en un alto porcentaje y a cultivos de Papa, Tomate
de árbol, rastrojos altos y bajos, y un mínimo de bosques. Allí es realmente
liberadora y excitante la experiencia al aire libre y los efectos positivos de
las grandes distancias, de los panoramas despejados, de los horizontes…los cuales
revaloran la existencia de miradores y oteros en esas poblaciones.
Santa
Rosa debe realizar un plan para re-valorar y dotar sus miradores actuales y
proyectar otros que potencien el disfrute de ese patrimonio, que es muestra de
su cultura territorial.
Afortunadamente
son pocos los que sufren desórdenes como la agorafobia o la acrofobia y no
disfrutan una de las mejores experiencias entre seres humanos y el medio
natural: la pérdida de la vista en el horizonte como si fuera en mar abierto.
Ciudad
de horizontes sin límites ha sido llamada Santa Rosa y sus fiestas “del atardecer”
en agosto, son una manifestación de cultura del paisaje.
Esta
ciudad tiene tradición y una cultura de valoración y cuidado del paisaje y de
saber percibirlo. Sus atardeceres vienen siendo destacados hace tiempo.
Alboradas
y ocasos, sobre el fondo de montañas y colinas suaves, sobre los altiplanos,
con sus matices, arreboles y contrapuntos de nubes con todas las variantes y
modalidades que nos regala la latitud ecuatorial de montaña.
Este
paisaje es un producto histórico, de las acciones sobre el medio de una
sociedad cuya economía ha combinado agricultura, ganadería vacuna y porcina
explotación maderera y minería.
Asumir
el paisaje, es asumir una nueva cultura del territorio, dice Florencio Zoido.
Es también adquirir una conciencia sólida y responsable sobre sus condiciones
para entender su valor, mantenerlos y recuperarlos si ellos se han perdido.
Para
esto es importante la gestión del paisaje, aquel conjunto de actividades
encaminadas desde una perspectiva de desarrollo sostenible para garantizar su
mantenimiento. La gestión guía y armoniza las transformaciones sufridas o
inducidas al paisaje por causa de los procesos económicos medioambientales y
socio culturales
La
gestión de los valores del paisaje, es la gestión de las claves de su carácter,
para mantenerle vivo y en evolución, permitiendo sus cambios naturales y
vigilando lo artificiales que sean necesarios para mantenerle.
Lo
mínimo en la gestión del paisaje es fijar unos objetivos de calidad
paisajística que tienen que ver con su carácter específico, con su fisionomía.
La
gestión no requiere necesariamente construir nada nuevo, sino reforzar las
cualidades y el carácter del paisaje y, las de los elementos o entidades que le
dan vida.
Se
requiere para esto, un plan para el paisaje en un territorio, que incorpore
valores y gestión patrimonial, con mayor razón si se trata de paisajes
pre-industriales de significación territorial, como pude ser el del altiplano
de Santa Rosa de osos.
Se planea y luego se actúa sobre el paisaje
para mantener, mejorar, recuperar o favorecer su evolución adecuada sin que
pierda su identidad, El mantenimiento de sus fragmentos y especies evitará la
desaparición de un paisaje dado. Ser un territorio poseedor de un paisaje
significativo, cultural o histórico, comporta derechos y responsabilidades,
como las de su planeación y buena gestión. Bien manejado, el paisaje ayudará al
ordenamiento territorial, con implicaciones culturales y territoriales.
En
un sentido general podemos preguntarnos ¿Cuándo consideramos a un paisaje
perfecto? ¿Cuándo pensamos que ya no variará, y que es patrimonio?
Enrico
Tedeschi, conocido teórico ítalo-argentino decía “Paisaje es la asociación de
formas que se localizan en la superficie terrestre”… (Yo añadiría el cielo, cuando
lo apreciamos en contacto con la tierra: atardeceres...). De tal definición
podemos deducir la importancia tanto en
asentamientos y ciudades, como en su entorno, del “plano de base”, que es esa superficie sobre la cual se apoya y se
hacen ciudad y paisaje.
Los
paisajes como hechos culturales cambian día a día con la gente, así que es muy
difícil tener la idea de un paisaje final”, como producto de madurez (¿o,
estancamiento?) de una cultura. Así nos acercamos a la idea de “paisaje
histórico”.
La
Unesco nos habla de paisaje histórico y cultural apuntando a lo patrimonial y a
la sustentabilidad, pero concibe esto con criterios flexibles. Su concepto de
paisaje urbano histórico (Unesco.2009), aborda el concepto paisajístico y
territorial más amplio: se expande por fuera de los centros o conjuntos
históricos y lo considera un espacio de experiencia vital, donde se habita y
donde se vive, o sea, él es identidad, memoria e historia. Es humanizado y
cotidiano.
El
paisaje, y el de Santa Rosa no es una excepción, lo construye la cultura día a
día.
Autor:
Emilio Cera Sánchez. Arquitecto. Medellín nov/2013.
Bibliografía.
Galofaro,
L. 2.007, Artscapes, G.Gili, Barcelona.
Gibson, J, J. 1979, An Ecological Approach to Visual Perception,
Boston, Houghton, Mifflin.
Ittelson, W, H.1978, Environment and Cognition, N.Y.
Seminar.
Naselli,
César Augusto, El Diseño del Paisaje, Col. Sumarios no 25-26, 1978
Santos,
Milton. 2.000, Técnica y Tiempo, Razón y Emoción, Ariel, Barcelona.
Sarlo,
Beatriz, Una Modernidad Periférica, Bs. Aires, Nueva Visión, 1989
Sauer,
C. 1925, The Morphology of landscape, University of
California, Publish. In Geography, Vol. 2, no 2, Berkeley
Sorre,
Max.1952, Les Fundaments de la Geographie Humaine, Paris, A. Colin
Paisaje cerca a Santa Rosa de Osos.
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