domingo, 4 de octubre de 2020







Más, sobre autonomía de la forma arquitectónica.









La arquitectura es una de las grandes artes. Ella nos provoca profunda emoción; superior tal vez a la de la música, escultura y pintura. (Al menos en las mejores obras.)
Como arte la arquitectura tiene un fin en sí misma y busca resultados sublimes...pero es también un oficio, una profesión.
Consta por tanto de componentes prácticos también.
Muchas cosas se consideran para diseñar un edificio: ¿Quién es el cliente?, ¿Para quienes lo diseñamos?, ¿Por qué se diseña y se construye? .

El propósito por el cual se hace condiciona su carácter público.

El momento en que se hace le confiere un cierto espíritu de la época (Lo que llamaban en Alemania zeitgeist.)

¿Dónde se construirá?...El sitio es un compromiso y una oportunidad; le condiciona.

Además existen condicionantes que vienen de la práctica del autor, del sistema constructivo, de normativas locales... todas inciden... pero ninguna es determinante...la autonomía relativa de la arquitectura hace que todo lo que consideremos para diseñar, solamente incida como cuerpo de ideas y como necesidad de una respuesta práctica. Pero nada de lo considerado limita la opción estética, los principios artísticos que guían al autor.

Cabe acá recordar que si bien una obra es condicionada por su uso, su material o la técnica empleada para transformarle, la idea y deseo de ser obra de arte, prima sobre todo lo demás.

Como vemos, la arquitectura  maneja motivaciones mucho más complejas para su formalización, que las de orden funcional, económico , o técnico, que siempre serán ponderadas y llevadas a colaborar con el logro de la finalidad mayor de un edificio: conformar espacios relativamente cerrados y delimitados, para la vida humana y, para el disfrute de sus cualidades intrínsecas.

Le Corbusier decía: " El arquitecto con sus organizaciones formales, lleva a cabo un orden que es pura creación de su espíritu"..."por sus formas y configuración, la arquitectura afecta nuestros sentidos en grado agudo y nos provoca emociones plásticas"...y continúa: La arquitectura establece relaciones emocionales por medio de la materia inerte...contornos, perfiles, son pura creación de la mente...
La forma arquitectónica vista como arte, es representación sensible de una idea (Escuela alemana de arte.)
Así la forma tiene confluencia con su contenido (como espíritu).
La forma en arquitectura sería así expresión del espacio contenido y, este una compleja construcción intencionada que pretende transcender la función y conmover.

¿Qué entendemos por autonomía en arquitectura?...¿A qué se refiere esto?... Me hizo recordar el texto  De Ledoux a Le Corbusier, origen y desarrollo de una arquitectura autónoma, de Emil Kauffmann, G.Gili, Barcelona, 1982.
En este libro la autonomía tiene que ver con edificios no asociados con otros directamente. Ella se refiere a  edificios excentos o "pabellones", edificios como individuos, como objetos autónomos.

Pero la idea de autonomía que nos interesa tiene que ver con lo artístico en arquitectura. Como decíamos en el texto del 19 de marzo en este blog (Diseño arquitectónico e industrial y obra de arte- Autonomía de la forma) , tiene que ver con los edificios como objetos de arte, por tanto autónomos.

Como obra de arte un edificio es algo mágico y singular...con autonomía en relación a su contexto y con formas condicionadas más por consideraciones estéticas y subjetivas del autor y la disciplina, que de otro orden. El arte procede y actúa según un conjunto de valores intrínsecos autónomos.

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