La Tradición y el talento individual.
Archivo Nacional. R. Salmona. |
“Las tradiciones no se heredan…para lograrlas hay que
trabajar con ahínco…”
Estoy parafraseando a T. S. Eliot, poeta modernista quien creía en valores absolutos y apoyó la importancia de la continuidad cultural para proponer lo
nuevo. También defendió la participación en la historia desde cada disciplina,
sin lo cual, se producirían obras sin
ningún significado para nuestra época.
Tradición e historia cobran valor ahora en una época
diversa, multicultural, pero la tradición es algo que requiere en verdad mucho
trabajo y claridad: Se requiere sentido histórico y a la vez conciencia del
pasado y su presencia, de la temporalidad, lo cual nos convierte en conocedores
de la época y el lugar donde trabajamos.
Trabajar conscientes
de pertenecer a una cultura y de hacer parte de la historia nos libra
del ejercicio profesional entendido sólo como negocio, siguiendo el modelo de
empresas comunes y/o de un ejercicio
como el de las “súper –estrellas” globales, que proyectan casi ciencia
–ficción, con lo hypermega y lo estrambótico como norte, sin raíces ni vínculos
con cultura e historia.
La mayoría de las veces tales proyectos no consultan sino la
chequera y el ego de autores y clientes.
Una obra consciente de historia y cultura fue sin duda la de
Adolf Loos, quien sin embargo revolucionó la Viena de principios del s. XX, con
su arquitectura. Él trabajó interiores ricos y mutismo en su exterioridad y
fachadas. Revolucionó también la arquitectura de su época y su trabajo supuso superar
la idea positivista de Zeitgeist.
Esta actitud es de
pronto lo que diferencia la obra de arquitectos como Giancarlo Mazzanti de la
de arquitectos como Rogelio Salmona. Es lo cultural y los conceptos aquello que
confiere valor a la arquitectura de forma permanente. De pronto a Mazzanti le
falte madurez.
¿Acaso la arquitectura hoy no es la moderna, pero validada
con un discurso teórico distinto y un enraizamiento cultural?
En la obra madura de Salmona se logra a veces edificios casi
perfectos y se hace patente la maestría de construir sin virtuosismos falsos.
Acá no se trata de un “artista-genial” y su obra de arte, sino de una manera
muy profunda y sintética de operar, que casi siempre se logra en la madurez del
arquitecto, cuando materia y forma trabajan aliadas en la definición espacial,
en su carácter. Se trata acá de una base material de la forma, de una condición
física que intensifica el carácter espacial y logra emocionarnos. Esto no es
una postura ni un tic…
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